martes, 22 de abril de 2014

Centenario del fallecimiento de Monseñor Matias Linares




 
MONSEÑOR MATÍAS LINARES
Y EL COLEGIO SALESIANO DE SALTA
 
En el centenario de su fallecimiento
1914  - 20 de abril -  2014
Eduardo Luis Giorda S.D.B.
 
Fue este ilustre Obispo de Salta quien más trajinó para que los Salesianos de Don Bosco fundaran una Escuela de Artes y Oficios en la ciudad.
A cien años de su muerte, los Salesianos de Don Bosco le rendimos un cariñoso homenaje, le expresamos nuestra gratitud y valoramos su presencia en la historia de la ciudadanía salteña.
         MATÍAS LINARES Y SANZETENEA había nacido en la ciudad de Salta en 1841. Consagrado sacerdote el 1º de enero de 1865, en 1869 ya era miembro del Cabildo Eclesiástico, y fue instituido cuarto Obispo de la diócesis de Salta en 1898. Actuó siempre con sencillez y se distinguió por el amor a las clases humildes. Le preocupaba la educación cristiana de los niños y jóvenes.
LAS GESTIONES
Antes de ser obispo, Matías Linares ya había compartido el anhelo y las iniciativas para lograr que los salesianos fundaran en Salta una escuela de artes y oficios. Consagrado obispo, asumió y llevó a término con tenacidad infatigable esas largas tratativas que se habían iniciado en el lejano 1880. A sólo cuatro meses de asumir como obispo de Salta, escribió primero al Rector Mayor salesiano, don Miguel Rua; solicitó luego al Inspector salesiano de Argentina, padre José Vespignani, y lo entrevistó en Buenos Aires. Pero la respuesta fue poco menos que desoladora: “Por algunos años, imposible”.
Sin desalentarse volvió a insistir el 10 de enero de 1899. Ni siquiera estando ese año en Roma para asistir al Concilio Plenario de los Obispos de América Latina y visitando en Turín a los superiores salesianos, pudo lograr lo que pretendía. De regreso, nuevamente se entrevistó en Buenos Aires con el Inspector Salesiano.
La preocupación de Mons. Linares por los niños era de una sensibilidad palpable. Gozaba, como el Divino Maestro, en exteriorizarles su cariño e interés. Con frecuencia en los días buenos del otoño e invierno salteño, en las primeras horas de la tarde, se lo podía ver sentado bajo un sauce del parque urbano rodeado de un enjambre de chiquillos a los cuales hablaba y obsequiaba.
Es de suponer que las palabras de Mons. Linares hayan impresionado hondamente al padre Vespignani, pues desde entonces fue éste el más decidido e insistente propulsor de los anhelos del Obispo. A su vez, Mons. Linares no desistió ni un día en su propósito. Todavía intentó enviando en 1903 a Mons. Julián Toscano, vicario general de la diócesis, para que hablara personalmente con don Miguel Rua sobre el proyecto.
Nueva campaña abrió el obispo Linares en 1905 escribiendo al padre José Vespignani el 10 de julio: “Es la tercera [vez] que vuelvo a intentar… Un caballero muy respetable… pone a disposición…una manzana completa a cinco o seis cuadras de la plaza principal de esta ciudad, y un subsidio de 15 a 20 mil pesos”. El tal caballero era don Ángel Zerda, ex gobernador de Salta, tan identificado con el Obispo que iba a correr con todo lo material, decidir la fundación y dejarle su propio nombre.
También la intervención del canónigo José María Hinojosa, fundador y director del Hogar-Escuela ‘León XIII’ dio lugar a estas gestiones. Ofrecía su colegio al padre Vespignani, a quien escribía el 26 de agosto de 1908 invitándolo a las fiestas del Señor del Milagro de septiembre.
Monseñor Linares intentó nuevamente en junio de 1909 escribiendo al Inspector e, incluso, al Rector Mayor don Miguel Rúa. Por su parte, el vicario general Mons. Julián Toscano, en un nuevo viaje por Italia, conversó personalmente con don Miguel Rua, el cual le hizo entrega de una tarjeta para el padre Vespignani que iría abriendo los caminos de la Obra Salesiana en Salta.
Al fin el padre Vespignani viajó personalmente a Salta para mejor entender en el asunto. Tuvo ocasión de participar en las fiestas anuales del Cristo y la Virgen del Milagro quedando impresionado por el espectáculo de fe dado por el clero, las autoridades y el pueblo. Inmediatamente después, el 19 de septiembre, el Inspector le comunicaba a don Rua lo resuelto: quedaba descartada la propuesta del canónigo Hinojosa; el Obispo ponía a disposición de los salesianos su antigua casa paterna, mientras en la calle Caseros se construiría el edificio donado por don Ángel Zerda.
El 1º de marzo de 1910 el Inspector escribía desde Viedma al Obispo: “…antes del año escolar 1911 ó 12 seguramente no se podrá efectuar la fundación…” Frenando todavía más las expectativas, el rector mayor don Miguel Rua fallecía el 6 de abril de 1910, y el padre Vespignani viajaba al Capítulo General que elegiría al nuevo rector mayor don Pablo Álbera.
El padre Vespignani regresó de Turín con los permisos en toda regla, según comunicaba el 5 de noviembre al Obispo: “Recibí ayer el telegrama de S. S. Ilma… Nos admira también la perseverancia y el interés con que S. S. ha persistido en su propósito de querer allí la fundación Salesiana. El buen Dios ha dispuesto que yo pudiera ayudar directamente en el Capítulo Superior y ante el nuevo Rector Mayor… Estoy autorizado a empezar la fundación lo más modestamente que se pueda… Mi idea, pues, sería empezar al principio del año 1911… en la Casa que S. Sría. tuvo la amabilidad de ofrecernos… Durante el año podría iniciarse la obra que el generoso Cooperador Señor Don Ángel Zerda con tanto deseo quiere fundar; y así confiamos con el favor de Dios dar principio a la misión en pro de la juventud pobre de esa Provincia…”.
Monseñor Linares, rebosando el más puro gozo, le contestó a vuelta de correo: “Hoy acabo de hablar con el señor don Ángel Zerda, a quien he leído su consoladora carta. Queda contentísimo, no viendo las horas que cuanto antes se realice su sueño dorado.”
LA FUNDACIÓN
Acompañados por el padre José Vespignani, los cuatro salesianos fundadores llegaron en tren a Salta el 9 de marzo de 1911. “El señor Obispo nos aguardaba en su palacio episcopal. Al vernos, abrazando a cada uno, exclamó: –¡Al fin, después de veinte años de espera, veo a mis salesianos!”
El primer director fue el padre Luis Correa Llano, de 24 años, secundado por el padre Ambrosio Bonfanti, de 25 años, en calidad de confesor y consejero; ambos habían sido ordenados sacerdotes el año anterior. Además, el clérigo Abel Pecci, de 24 años, y el hermano coadjutor José Klein, de 20, como maestro-sastre. Se ubicaron provisoriamente en calle 11 de septiembre (hoy Pellegrini) Nº 76.
El 18 de abril los salesianos tomaron posesión de la casa donada por Monseñor en calle La Florida Nº 186 y convocaron inmediatamente para la solemne bendición el domingo 23 de abril. El día anterior ya habían comenzado ‘las clasesitas’ del ‘Colegio Miguel Rua’, que dictaban los cuatro salesianos a 80 alumnos externos de 1º a 5º grados. En todo tiempo libre se organizó el Oratorio para los niños.
Los salesianos tuvieron en Monseñor no sólo un solícito pastor sino un verdadero y afectuoso padre. Tanto en la casa de calle Florida como más tarde en el nuevo edificio de Caseros, no faltaba nunca de honrar con su presencia los más importantes actos escolares y las más solemnes funciones religiosas.
Con gran gozo de su corazón el Obispo pudo bendecir y colocar en compañía de don Ángel, el 2 de octubre de 1911, la piedra fundamental del nuevo edificio en calle Caseros, y bendecir, el 12 de junio de 1913, la apertura del nuevo local. Pero pocos días antes, el 1º de mayo, don Ángel Zerda había emprendido su viaje a la Casa del Padre Dios; y no habría de transcurrir ni siquiera un año antes de que llegara también para él la hora de seguirlo a la dichosa eternidad. Monseñor Matías Linares falleció el 21 de abril de 1914 en Buenos Aires mientras atendía a su salud.
Como un Padre muy querido, fue llorado tanto por los salesianos y sus niños como por toda Salta, ya que había sabido conquistarse el cariño afectuoso y el amor sincero con sus desvelos y atenciones verdaderamente paternales. Sus restos fueron inhumados en la Iglesia Catedral de Salta, y el Coro ‘Aquiles Pedrolini’ del Colegio Salesiano cantó el responso de despedida como póstumo homenaje a quien fuera “el iniciador y verdadero promotor de la Obra Salesiana en Salta”.
Los Salesianos de Don Bosco jamás olvidarán la exquisita caridad paternal de este gran pastor de la Iglesia de Salta, cuya solicitud afectuosa los acompañó constantemente en las arduas horas de la fundación.
En 1913 Monseñor Linares había donado generosamente las primeras máquinas para que los salesianos pudieran iniciar la escuela-taller de Artes Gráficas.
En marzo de 1917 el padre director Luis Correa Llano lanzó la idea de una colecta pública para la construcción de un nuevo edificio para los talleres de artes y oficios que se dedicaría a la memoria de Monseñor Matías Linares, y que se fue levantando rápidamente sobre el sector que daba al tagarete, la actual calle Alvear. El 24 de mayo de 1918, en la solemne fiesta de María Auxiliadora, el Sr. Obispo Monseñor José G. Romero procedió a la bendición de los nuevos talleres instalados en el “PABELLÓN MONSEÑOR LINARES”.
Y ahora hace pocos años, conmemorando el CENTENARIO DE LA LLEGADA DE LOS SALESIANOS DE DON BOSCO A SALTA, el 24 de junio de 2011 se celebró en la Catedral la MISA DE ACCIÓN DE GRACIAS POR EL CENTENARIO SALESIANO Y DE GRATITUD A LA IGLESIA PARTICULAR DE SALTA, presidida por el arzobispo Monseñor Mario Antonio Cargnello. Seguidamente el padre inspector salesiano Manuel Cayo llevó palmas a las tumbas de Mons. Matías Linares y de los arzobispos salesianos Mons. Tavella y Mons. Pérez, y entregó una placa a Mons. Cargnello con el texto: “Los Salesianos de Don Bosco y la Familia Salesiana al Sr. Arzobispo Mons. Mario Antonio Cargnello como homenaje de gratitud a la Iglesia de Salta que nos llamó y nos acompañó durante cien años. 24 de junio de 2011”. Entonando los himnos al Cristo y a la Virgen del Milagro, y con un prolongado aplauso, concluyó este debido homenaje a “el verdadero fundador de la Obra Salesiana en Salta”. -