jueves, 9 de julio de 2015

09-07-2015 Visita del Papa Francisco a Bolivia - jornada 3


Día 9/7/2015

Nos levantamos temprano, las ansias, el nerviosismo y las expectativas nos despertaron muy temprano. Desayuno de por medio nos dirigimos a buscar a los muchachos que se hospedaban en casa de Flavio y luego todos salimos en dirección al lugar señalado. Caminamos hasta encontrar un espacio en donde nos pudimos acomodar para desplegar el cartel de exalumnos y ver lo más cerca posible al Papa Francisco. Allí esperamos departiendo entre nosotros y con numerosas personas que se prestaron al diálogo. Incluso se acomodó junto a nosotros un exalumno de Don Bosco de La Paz, señor Correa, promoción 1960, quien se sintió identificado con nosotros.

Y el momento soñado llegó. El papamóvil apareció y pasó frente a nosotros raudamente, fugaz, desatando gritos felices que decían ¡Francisco, Francisco!, entre manos levantadas que saludaban incesantemente y flashes de cámaras y celulares que intentaban captar ese momento para guardarlo como el más preciado tesoro. Fue instantáneo su paso, la visión quedó grabada en las retinas de los ojos y hoy atesoramos en el corazón. Una estela de espiritualidad y bendiciones nos envolvió acariciando el alma.

Estábamos allí, pero también sentimos la presencia de nuestras familias que hubiéramos querido estuvieran presente para ver al Papa Francisco y sentir lo mismo que nosotros. Todos felices nos miramos, comentamos palabras sueltas y caminamos en silencio hacia no sé dónde, pensando, guardando en nuestro interior el momento vivido. En ese caminar nos detuvieron corresponsales de un canal de televisión y nos entrevistaron. Los exalumnos de Don Bosco del Angel  Zerda contamos para la televisión los motivos de nuestra presencia en tierra boliviana.

Era tal la cantidad de gente que abrumaba;  en definitiva terminamos decidiendo ir a conocer una localidad cercana a Santa Cruz, Cotoca, cuya imagen de la Virgen se hallaba en el altar en donde el Santo Padre  presidía la misa.

Conocimos el pueblo y su feria artesanal, almorzamos platos regionales  “Anticucho”, “Majao de pato”, “zonzo”, “pan de arroz”, etc. y emprendimos el retorno para ver nuevamente al Papa en el Colegio Salesiano.

Nos ubicamos en una calle estrecha, en donde presumimos que el papamóvil pasaría lentamente dado el gentío que se encontraba agolpado.

Aquí cabe decir que en su momento había surgido la idea de llevar un presente al papa Francisco, pero cuál sería, cómo entregárselo, cómo hacérselo llegar? Lo conversamos y no definimos. Surgió la idea de colocar en sus manos la historia de Angel  Zerda y de los  Salesianos en Salta, que es nuestra historia, es decir el libro escrito por el Padre Giorda. Pensamos que los custodios del Papa podrían recibirlo a su paso, sin embargo en la mañana no pudo ser.

Ya en horas de la tarde y mientras esperábamos el paso del papa, nos dispusimos para lograr nuestro cometido, cartel, fotografías, filmación,  libro con dedicatoria, etc. Esperamos recibiendo los rayos del sol que se mezclaban con un fuerte viento frío que nos llevaba el cartel. De repente, aparecieron los vehículos de las fuerzas de seguridad y custodia  del Santo Padre, y  pese a lo estrecho de la calle en donde nos encontrábamos a la salida de una boca calle, el papamóvil apareció otra vez veloz, raudo, con la magna figura de Francisco saludando y desparramando bendiciones a los feligreses que colmaban todo. Cuando pasó frente a nosotros a escasos centímetros, sin posibilidad de entregar nuestro obsequio a su guardia personal, sentí  desvanecer la ilusión de todos, nuestro sueño, pues entendemos que en las páginas de ese libro estamos todos, nuestra historia. Instantáneamente mi  mano se extendió y el libro salió despedido buscando un lugar en el papamóvil siguiendo una trayectoria que no dañara a nadie. Así, cayó a los pies del custodio del Santo Padre. El libro del Padre Giorda, nuestros sueños, estaba en el papamóvil de Francisco!!!

Quedé mirando como se alejaba el papa Francisco, levantando las manos saludando y vitoreando.  No podía articular palabra, las lágrimas me ganaron. Walter que estaba junto a mi preguntaba por el libro y le dije “lo tiré”.  Como no todos lograron ver,  al enterarse se asombraron. Recuerdo que en un momento  Jorge me dijo “lo logramos” muy emocionado.  Ahora si la felicidad fue total para todos los integrantes de la comitiva.

Totalmente distendidos nos fuimos a descansar a casa de Flavio y a la noche cenamos en la casa de Yimi. Fue una cena fraterna donde los muchachos cocinaron pollo a la parrilla, compartimos un gran momento, Naturalmente se volvió a hablar de la “hazaña suicida” a la que se llamó luego “atentado literario”, sin embargo todos compartieron la felicidad de saber que el Papa podrá leer el libro del Padre Giorda cuya historia nos toca a todos.

Hoy, cuando escribo estas líneas,  luego de  analizar detenidamente lo que vivimos en este viaje y la situación particular del momento en que lanzé el libro al papamóvil, naturalmente reconozco que no fue el modo correcto de entregarle un obsequio al Santo Padre; hasta se pudo pensar que se arrojaba algo para dañarlo y seguramente podría haber tenido a las fuerzas de seguridad encima. Tal vez se diga que fue un acto irresponsable e irrespetuoso, lo entiendo, sin embargo  como presidente del Centro de Exalumnos era el responsable de depositar nuestro sueño en el papamóvil para que  el papa Francisco pudiera leerlo oportunamente.  La pasión pudo más. Perdón Papa Francisco.